COMO DETERMINAR EL PRECIO DE LOS VINOS
Desde $100 hasta más de
$1000: cómo se determina el precio de los vinos, y cómo elegir según cada
bolsillo
En un escenario inflacionario se hace difícil tener una referencia clara
a la hora de elegir una etiqueta. La clave está en saber qué esperar de cada
vino según su segmento. Tips para elegir mejor
Actualmente
en la Argentina se producen los mejores vinos de su historia, pero el consumo per cápita es el más bajo. ¿Cómo
puede ser que, habiendo tantos buenos vinos para elegir, los consumidores beban
cada vez menos? Obviamente la respuesta está en el poder adquisitivo de la
gente, que se resiente mes a mes, y lo primero que suele dejar de lado, además
del entretenimiento, son esos "lujitos cotidianos" como el vino. Se
sabe que para concebir grandes vinos hay
que invertir mucho. También, las bodegas deben comunicar mucho todo lo que
hacen, no solo para posicionar sus líneas de vino o un varietal específico,
sino para ganarse la empatía de los consumidores. Esto quiere decir que el
precio no es de los atributos más importantes del vino. Sin embargo, en
la Argentina de hoy, es lo primero que se evalúa a la hora de elegir una
etiqueta.
Por suerte, la Argentina es uno de los productores de
vino más importantes del mundo (5to puesto en 2018, con 14,500 millones de
litros, detrás de Italia, Francia, España y Estados Unidos), y eso permite
tener muchas etiquetas en cada segmento de calidad y precios. Y más allá de
lo que cada uno pueda comprar, el consumidor puede estar tranquilo, ya que hay
vinos para disfrutar a la medida de cada bolsillo.
Entendiendo
los precios de los vinos argentinos. En los principales mercados de
consumo, donde compiten todos los vinos del mundo, los vinos nacionales deben
mejorar la calidad año tras año manteniendo sus precios, algo que en el mercado
doméstico es imposible por la inflación permanente. Un buen ejercicio es pararse
frente a la góndola de un supermercado para empezar a entender las diferentes
franjas. En nuestro país, el 90%
del vino consumido cuesta menos de $100 el litro, y la mayoría de
las botellas comercializadas tiene 750 cc. Eso explica que abunden tantos vinos
en Tetra-Brik o en botella en dicho segmento. Pero acá se mezclan algunas
etiquetas, y terminan confundiendo al consumidor.
Hay marcas
muy establecidas y otras "renovadas" (viejos vinos que se relanzan),
el tema acá es poder detectar cuáles son "finitos" y cuáles
"finos". Los primeros son vinos masivos, generalmente clásicos, con
fruta madura y ciertas rusticidades aceptables, con marcas de fantasía, y sin
mucha más explicación en la etiqueta. Mientras que los otros suelen ser
varietales (o blends), con el nombre de la cepa bien visible en la etiqueta, y
también la añada (cosecha).
Entre los
$100 y los $200 se está jugando el gran partido del momento. Acá empiezan a aparecer
algunos "Reserva", pero hay que tomar ciertos recaudos porque
supuestamente son vinos que tienen una crianza en barricas de roble. Y eso ha
derivado en procesos alternativos -naturales, pero más económicos- que
aportan algo de madera a los vinos. Pueden ser etiquetas tradicionales o
nuevas, pero hay que saber que las grandes bodegas o marcas consagradas siempre
van a tener mucho más que perder si no hacen bien las cosas. El origen
(Mendoza, Salta, Patagonia, etc.) empieza a ser protagonista, aunque a estos vinos no se les puede pedir mucho más
que ser agradables, bien logrados y expresivos. Buscar siempre los vinos más jóvenes (del año) y recordar
que son vinos para disfrutar, no para guardar.
La franja
que va de los $200 hasta los $500 es quizás la que más ha crecido en 2018, ya que la crisis obligó a muchas bodegas a empezar a hacer los
mejores vinos posibles que la gente pueda comprar, más allá de las
exportaciones. Así fue que muchas de las innovaciones se dedicaron a
elaborar vinos con carácter y atributos,
pero a su vez masivos, para poder llegar al mercado a precios más accesibles.
Aquí, los
conceptos empiezan a plasmarse en las etiquetas. Y más allá de si es una
llamativa, clásica o moderna, descriptiva o enigmática, cargada o minimalista,
lo importante será que cumpla con las expectativas generadas. El respaldo de
las bodegas o de algún personaje reconocido (enólogos o agrónomos) se empieza a
ver en las contra etiquetas.
De $500 a
$1000 ya se
encuentran vinos que pueden hablar por
sí solos, ya sea por su sentido de pertenencia, o por haberse convertido en
referente de algún terruño o de algún cepaje en particular. La trayectoria y la elaboración se ponen en
valor, y aparecen los atributos, esos que son propios de los vinos de alta gama.
En general,
por más de $1000 se puede decir que todos los vinos compiten
por su calidad: ¿cuál es el diferencial entonces? La exclusividad, el origen, si es de un viñedo particular que ganó
prestigio, la fama de su hacedor, etc. Si se trata de un vino de partida
limitada, que es reconocido en el mundo por sus altos puntajes, seguramente
su demanda será muy superior a su oferta (cantidad de botellas producidas),
empujando su precio a valores asombrosos para la mayoría de los consumidores.
Pero se
podría decir que los vinos argentinos están bien organizados por precio, más
allá que puedan parecerles caros a la mayoría. Esa es otra cuestión por un
problema estructural del país. Los vinos
valen, no cuestan, y resultan caros o baratos de acuerdo a las posibilidades de
cada uno.
Cómo elegir
vinos por el precio.En los hipermercados,
supermercados, autoservicios y súper chinos pueden abundar los precios
amigables, pero carecen de asistencia alguna. Es decir que las etiquetas de
los vinos y sus precios deben hablar por sí solos. Las ofertas parecen siempre
atractivas (pagar menos y llevar más), pero habría que saber cómo se
originaron. Hay que tener cuidado con
las cosechas, para que no se traten de remanentes viejos, sobre todo de los
vinos más accesibles porque son los que más sufren estar parados y expuestos a
la luz fluorescente. Si no figura la añada, en la contra debería estar la fecha
de envasado.
Pocos saben
que en las vinotecas hay muchos vinos de $200, y por ende no se animan a entrar.
Allí siempre habrá alguien dispuesto a
asesorar, a explicar las diferencias entre una y otra etiqueta, porque el objetivo
de ellos es ganarse nuevos clientes, no vender productos. Tener un vinotequero amigo puede ser de
mucha ayuda, aunque también es útil informarse previamente para poder
generar un intercambio durante la compra. Allí,
la guarda y el cuidado de cada botella está garantizado; incluso si un vino
está defectuoso, lo pueden cambiar e informar a la bodega. Además, en las
vinotecas se suelen descorchar botellas recién llegadas para que los clientes
degusten y conozcan las novedades. Sin
dudas, es el mejor lugar para conocer sobre vinos, sacarse las dudas y comprar
esas botellas especiales, para compartir, para regalar, o para guardar.
Fuente: Fabricio es sommelier
argentino y experto en vinos
Fuente: Infobae.com / Tendencias / 22-02-19